Castro de Castilviejo de Guijosa

El Castro de Castilviejo de  Guijosa fue ocupado en tres momentos de la historia, la primera fue en la Edad del Bronce Final, un segundo en época celtibérica (en el que fueron construidas las defensas) y un tercero en época hispanomusulmán (en el que se controlaba la calzada entre Mérida y Zaragoza).

 

 

El yacimiento está situado en un emplazamiento típico de asentamientos celtíberos, situado en un alto con acceso por una sola cara, rodeado de paredes y cortados lo que ayudaba en su defensa. Formando un triángulo, dos de los lados estaban protegidos de forma natural por cortados y grandes pendientes, mientras que el lado de acceso estaba protegido por una muralla, un foso y un campo frisio consistente en dos rectángulos con piedras hincadas en el suelo, de forma que no era posible que la caballería enemiga pudiera pasar por ella, dificultando también el avance de las tropas a pie e  impidiendo el acceso a las armas de asedio que pudieran atacar la muralla. El acceso al poblado se hacía a través de estos campos de piedras por un camino de unos 4 metros de ancho que permitía el paso de personas y carros, pero recorría gran parte de la muralla en paralelo para que en caso de ataque las tropas enemigas estuvieran expuesta al ataque desde la muralla en todo el recorrido. La muralla quedaba protegida a un ataque directo mediante el foso. En la zona sur de la muralla se encontraba una torre de vigilancia que permitía divisar todo el valle.